Vacían escombro en presa de Villamar | ||
José Luis Ceja Guerra | ||
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Villamar, Michoacán.- Integrantes del ejido Las Zarquillas en el municipio de Villamar denunciaron que el alcalde de esta demarcación Manuel Ceja ha venido rellenando el vaso de la presa de este lugar para construir una plaza comunitaria lo que ha generado graves enfrentamientos verbales entre los habitantes de esta comuna. De acuerdo a Juventino Garibay, presidente de este ejido el problema es que al rellenar de escombro el vaso de la presa lo que se está generando es que los caminos que conducen a las comunidades de La Cuestita y la Joya de Magallanes se vean obstruidos, además de que cuando está presa obtenga su máxima captación de agua al menos 40 hectáreas de siembra de este ejido se verán afectadas. “El problema más que nada es que el presidente Manuel Ceja quiere hacer una plaza y están rellenando el vaso de la presa, la gente no se opone a que se haga la obra pero hay más terreno donde hacerla” dijo el comisariado quien aseguró que el núcleo agrario está en disposición de donar una porción de terreno a 150 metros de donde se pretende construir la plaza comunal. |
El Zarquillense
Periodico libre e independiente de Las Zarquillas, Michoacán.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Viejas noticias.
jueves, 10 de marzo de 2011
Matan a Director de Seguridad Pública de Tangamandapio.
Santiago Tangamandapio
10 de Marzo.
Redacción La voz de michoacaán.
La mañana de este jueves fue encontrado muerto el director de Seguridad Pública de este municipio, Jorge Hernández Espinoza, el cual presentaba 4 impactos de arma de fuego.
Alrededor de las 7:30 horas de hoy, en la base de la Policía Municipal, recibieron el reporte de la presencia de un cadáver en el camino que conduce al panteón Municipal.
Al llegar los elementos policíacos se percataron que era el cuerpo del director de SP.
El cadáver fue localizado con un balazo en el rostro, y tres más en el pecho y tórax.
martes, 8 de marzo de 2011
Acerca del documental Presunto Culpable.
Por Fredy Cervantes.
Justo un día después de que se anunciara que una Juez de Distrito en materia administrativa, en el Distrito Federal, había ordenado se suspendiera la exhibición de Presunto Culpable, me animé a ver dicho documental. Sin duda alguna, lo prohibido a veces suena más atractivo. Al igual que yo, muchas personas asistieron a ver dicho documental a las salas de cine, justo cuando se enteraron de la posible censura. Incluso, hubo alguien que subió el documental completo a you tube, para que lo vieran la mayor cantidad de personas posible.
Presunto Culpable es un documental realizado por un par de abogados, quienes se autodenominan Abogados con Cámaras, quienes previamente habían realizado un cortometraje titulado El Túnel, donde ya denunciaban la problemática en el sistema de procuración y administración de justicia penal en México. Sin embargo, lo nuevo del documental en comento, es que lograron, mediante el estudio de un caso, evidenciar las fallas del sistema penal mexicano y ayudar a alguien, que al parecer, había sido juzgado sin valorar adecuadamente las pruebas.
Otro logro muy importante, fue que pudieron introducir cámaras al Juzgado donde se llevaron a cabo las audiencias ordenadas para reponer el juicio, sino que también pudieron grabar el testimonio de Toño, el protagonista del documental, así como su vida diaria dentro del Reclusorio. Todo ello sirvió para que los Magistrados, en segunda instancia, determinaran que había una duda razonable y aplicaran el principio In Dubio Pro Reo, a favor del inculpado.
Para una abogado común y corriente, la denuncia que hace este documental no es nueva, todos sabemos de esta situación desde hace varios años, sin embargo lo que aporta este documental es lograr hacer consciencia en la sociedad civil de este gravísimo problema, sólo si nos unimos y hacemos que se escuche nuestra voz, podremos hacer cambios que incidan en el desarrollo de nuestra sociedad, de otra manera las cosas seguirán siendo como hasta ahora.
Espero que este documental tenga un verdadero efecto en quienes toman las decisiones fundamentales para la vida de nuestro país. A nosotros sólo nos queda reclamar y pedir que haya un cambio. Afortunadamente, hay una reforma en transición que implementará los juicios orales en México, sólo espero que paralelamente a dicha forma, haya un cambio en los funcionarios que se encargan de administrar la justicia en México, ya que de lo contrario encontrarán nuevas formas de seguir ejerciendo la corrupción en el nuevo sistema de juicios orales.
1.- Para ver el documental dirijase a: http://www.youtube.com/watch?v=3ZQKS1nzIJo
2.- La fotografía pertenece al poster de la película Presunto culpable.
3.- La dirección de internet se recomienda única y exclusivamente con fines educativos y culturales dado que actualmente no puede observarse en las salas de cine.
Espero que este documental tenga un verdadero efecto en quienes toman las decisiones fundamentales para la vida de nuestro país. A nosotros sólo nos queda reclamar y pedir que haya un cambio. Afortunadamente, hay una reforma en transición que implementará los juicios orales en México, sólo espero que paralelamente a dicha forma, haya un cambio en los funcionarios que se encargan de administrar la justicia en México, ya que de lo contrario encontrarán nuevas formas de seguir ejerciendo la corrupción en el nuevo sistema de juicios orales.
1.- Para ver el documental dirijase a: http://www.youtube.com/watch?v=3ZQKS1nzIJo
2.- La fotografía pertenece al poster de la película Presunto culpable.
3.- La dirección de internet se recomienda única y exclusivamente con fines educativos y culturales dado que actualmente no puede observarse en las salas de cine.
A town story by Lupita Ruiz.
1.- Publicado originalmente en: Writers, A literary magazine, 2010. Disponible en: http://www.up.edu/showimage/show.aspx?file=15990
2.- Se reproduce en esta página única y exclusivamente con fines culturales y educativos por lo cual no se violan derechos de autor.
3.- Foto original de Miguel Romero.
The Cristeros would burst into Las Zarquíllas on horseback and take
everything they could, sometimes even the townswomen. After dusting
over the church with their governing horses, they would retreat to a
spot near La Agua Santa in the outskirts of our village to celebrate
through hard sips of fine Tequila. My grandmother Mama-Chuy, engraved
these clear memories of the Mexican Revolution and other
countless town stories into our heads, just as sharply as the Ave Marias.
This eighty-two year-old little lady who was raised in the tiny town of
Las Zarquíllas praying the Rosario through passionate whispers and
with eyes closed, now sits daily on the left side of the old couch in her
Salem apartment. In her left hand, she holds the fifteen-minute prayer
book that was once white. With her right hand, she rubs her bad knee
with one of those thick, strong ointments she swears by, extracted from
some special animal somewhere in Mexico. Sometimes I think she puts
it on because it brings her a piece of home. It brings her the smell of
crowded little ladies veiled in black and passionately whispering
prayers to the sick and deceased, and the smell of the house where her
parents, Antonia Maciél and Isidoro Hernández, raised a family
through tough and humble years.
Mama-Chuy chuckles every time we request her father’s story. Her
gold-plated loop earrings dangle heavily from her ears, and she lets out
short and tired breaths as she shifts around on the couch, preparing to
talk for hours. She always squints her eyes and looks upward, as if physically
reverting to that thirteenth day of February.
It was my great-grandfather Isidoro Hernandez, Adolfo Ruiz, Santiago
Ruiz, and David Ezquivel under the Guamúchil tree behind the
Secundaria. Three men secured the rope around the four necks and
shrunk the nooses; they had been planning to kill my great-grandfather
and his comrades for their money. My great-grandfather and the two
other shaken men, watched the lynching of Adolfo Ruiz with their own
damp eyes and without a shadow of a doubt that they were next. The
men yanked both of Adolfo Ruiz’s legs until his face purpled, his fingers
trembled, and not a hint of life exhaled from his parted lips. My greatgrandfather
was next.
We follow my Grandma’s arm as she explains, with admirable precision,
the way the rope rested on her father’s shoulders. She carefully
places her fifteen-minute prayer book on the lap of her apron. With one
hand she clenches an invisible rope around her neck, and with the
other she raises a stiffened index finger. Firming her eyebrows and raising
her arm, she continues to explain how my great-grandfather’s
courageous words saved his life that evening.
“I’d rather lose against bullets than be taken by this damn rope,” she
gently grunted, trying to mouth the exact brave words of her father.
As the lynchers continued to yank the dying Adolfo Ruiz, my greatgrandfather
quickly ducked out of the noose and sprinted away from
the Guamuchil tree. Santiago Ruiz and David Ezquivel took advantage
of the lynchers’ shock and hurried after my great-grandfather through
the town. They sprinted far into what marks the starting point of Las
Zarquillas, near a body of water called La Presa. It was said that this
area was where the first inhabitants of the town established themselves.
A man by the name of Don Guillermo from Sahuayo de Hidalgo had
built all the adobe houses there, and he visited the town every eigh
days to check on his livestock and land. It had turned dark, and by the
time my great-grandfather and the two men had recognized one of the
adobe houses, they could only make out three faint beams from the
pursuers’ flashlights. They caught their breath and rushed to seek
refuge in Dorotéa’s little house on top of the hill.
“Do you have a pinch of salt? I’m on my way home and don’t have
any,” my grandmother whispered, trying to maintain her father’s worry
with a gentle pitch and the joining of her brows.
The men told Dorotéa what happened, calmed their anxiety for a
few, and then made their way home through what seemed like the
longest and darkest walk. Later that night, my great-grandfather and
great-grandmother loaded the mule and led their family to the little
chapel of La Virgen del Refugio. They fled with the certainty that the
men would burn down their house at night. Joining her hands between
her chest, Mama-Chuy explains to us who La Virgen de Refugio is
again. She tells us that the Virgen, the patron saint of Las Zarquillas, has
dripped tears in her eyes from pity for those suffering. And long, long
ago, in her cathedral in Totolán, a man wiped the artificial tears from
her statue with a linen and it is believed that actual tears transferred
from her stone face to his cloth. This man’s story seemed to comfort my
grandmother in knowing that it was La Virgen del Refugio’s haven that
protected her family that night.
They headed for Peribán the next morning; my great-grandparents,
my grandmother, and her siblings. Peribán was a small town beneath
the hill of La Cometa, near Pajacuarán and Parácho. It was quite a walk
away from Las Zarquillas, and the loaded mule slumped speed even
more. Two baskets hung from the sides of the mule’s belly, on one of
them, my grandmother, and on the other, her sister Joventina. In the
baskets, they were tightly cushioned between pillow cases stuffed with
rags and other belongings. My great-grandfather limped behind with
Abelito in his arms and Roberto on his back, while the rest led the way
before the mule and through the muddy trail of the towns ahead. By the
time they arrived in Peribán, they were smeared with mud from slipping,
and drenched from the rain. There they lived for two years.
Years after their return to Las Zarquillas, a man by the name of
Manuel Maciél was after my great-grandfather. On the seventh of
February, Maciél came into town with a loaded gun, and approached
my great-grandfather who was fixing the remnants of his father-in
–law’s house. Mama-Chuy takes a moment to describe her grandfather,
Francisco Maciél, or Papa-Pancho. He was a light-skinned, handosome
man with a sharp nose. Papa-Pancho lived a lonely life after the death
of his wife, Juanita Paníagua, but my grandmother said his sense of
humor was of gold. With his age came dependence, and my grandmother
and siblings squabbled over who would help him to the bathroom
and who would help him put on the crisp shirts that his daughter
Antonia would knit for him. When they would go to the market in
Sahuayo de Hidalgo, they asked Papa-Pancho if he needed any favors.
He always asked for two whistles for when he needed someone’s assistance,
an extra one in case the other one broke. After joining Mama-
Chuy in a few giggles, I subtly remind her to continue with her father’s
story by asking if Manuel Maciél was the man who killed him.
She crosses her arms in silent contemplation and says, “Ah yes, he
shot him multiple times in the back, and then he took off.”
Word of my great-grandfather’s murder spread through town, and
finally to my grandmother’s family. My grandmother’s brother Gabriel
Hernandez was nineteen at the time. Gabriel was the rough one, always
rebelling and never filtering the bad words that came out of his mouth
and my grandmother considered “grocerias”. Rumor even had it that
various people had seen him drunk at night, on top a hill near the entrance
of town, calling out to the devil to prove that he did not exist.
“He was really, really mad,” my grandmother says, closing the description
of her brother’s reaction.
Gabriel quickly cocked a gun and ran after Manuel Maciél through
the path that joined Las Zarquillas and a nearby town, El Varal. By the
time the two men were at an eye’s distance away, they each had only
one bullet left. Manuel Maciél missed a shot at Gabriel, shortly before
Gabriel shot him right between his two eyes. To make sure he was dead,
he pounded a rock on his head until, according to my grandmother,
there was brain matter everywhere.
After hearing ‘the story’ yet again, we remain in awe and try to dig
up questions for Mama-Chuy before she picks up her fifteen-minute
prayer book again. Something about her stories makes her smile wider,
toughen her little voice, and her looped earrings dangle more than ever.
What occurred sixty-seven years ago is ingrained in her memory, a
memory that sometimes forgets to take daily medicine or what day of
the week it is. Her father’s story is always the one that makes her shift
in her couch the most. Perhaps it is because it brings back his memory,
and she can tell us about how he knew everything and everyone. But
sometimes, by the way she prolongs the name of Las Zarquillas or
shifts to a story about Papa-Pancho and his whistles, I get the feeling
that her stories place her back in the town where she lived for eighty
years.
Un 85 por ciento de avance registra obra carretera.
El Sol de Morelia
20 de febrero de 2011
Gabriela Inocencio Ochoa/ Corresponsal
Villamar, Michoacán.- A más de dos meses de haber iniciado la obra de rehabilitación del tramo carretero que comunica a la comunidad de las Zarquillas con demás comunidades, los trabajos presentan un importante avance de un 85 por ciento, mismo que anteriormente presentaba problemas serios de tránsito en esta rúta a los habitantes de dicho asentamiento humano.
Dadas las condiciones que presentaba el tramo carretero, las autoridades locales y municipales encabezadas por el edil Manuel Ceja Ochoa dieron inicio a los trabajos de dicho tramo carretero se revestirá con una capa de asfalto de diez centímetros aplicado en los dos kilómetros de longitud, con la finalidad de permitir el acceso adecuado a los colonos pero sobre todo a los vehículos pesados y evitar su pronta destrucción.
La obra contempla una inversión de dos millones 641 mil pesos, trabajos a cargo de la empresa MAGGSA Constructoras S.A. de C.V., en un inicio se proyectaba concluir en el mes de enero pero por contratiempos externos se alargó el tiempo de ejecución y posterior entrega de la misma.
Cabe mencionar los habitantes de este asentamiento humano desde hace tiempo ya habían externado su inconformidad al transitar el acceso a la comuna por la enorme cantidad de baches que sólo ocasionaban daños en sus vehículos trayendo como consecuencia un gasto que afectaba directamente sus bolsillos.
El objetivo de la obra quede apta para el uso de los habitantes y evitar que los vehículos y el tránsito de maquinaria agroindustrial continúe dañando esta vía de comunicación y por consecuente ocasione problemas de vialidad y en casos extremos accidentes vehiculares.
Villamar, Michoacán.- A más de dos meses de haber iniciado la obra de rehabilitación del tramo carretero que comunica a la comunidad de las Zarquillas con demás comunidades, los trabajos presentan un importante avance de un 85 por ciento, mismo que anteriormente presentaba problemas serios de tránsito en esta rúta a los habitantes de dicho asentamiento humano.
Dadas las condiciones que presentaba el tramo carretero, las autoridades locales y municipales encabezadas por el edil Manuel Ceja Ochoa dieron inicio a los trabajos de dicho tramo carretero se revestirá con una capa de asfalto de diez centímetros aplicado en los dos kilómetros de longitud, con la finalidad de permitir el acceso adecuado a los colonos pero sobre todo a los vehículos pesados y evitar su pronta destrucción.
La obra contempla una inversión de dos millones 641 mil pesos, trabajos a cargo de la empresa MAGGSA Constructoras S.A. de C.V., en un inicio se proyectaba concluir en el mes de enero pero por contratiempos externos se alargó el tiempo de ejecución y posterior entrega de la misma.
Cabe mencionar los habitantes de este asentamiento humano desde hace tiempo ya habían externado su inconformidad al transitar el acceso a la comuna por la enorme cantidad de baches que sólo ocasionaban daños en sus vehículos trayendo como consecuencia un gasto que afectaba directamente sus bolsillos.
El objetivo de la obra quede apta para el uso de los habitantes y evitar que los vehículos y el tránsito de maquinaria agroindustrial continúe dañando esta vía de comunicación y por consecuente ocasione problemas de vialidad y en casos extremos accidentes vehiculares.
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